lunes, 13 de octubre de 2025

El torero pone alma, mente, cuerpo y vida, no esperemos que se vaya

 

Arte por: Humberto Parra


Como aficionados, no esperemos que se vaya; el arte del torero es siempre en el presente.

El torero pone alma, mente, cuerpo y vida, todo comprometido con el toreo solo en la arena, porque el toreo es más que un ejercicio físico y más de personalidad personificada de una forma tan generosa y artística como bella; su vida es arte y su arte es poesía para el que lo canta, para el que plasma su pensamiento en un lienzo, el que expresa su sentimiento en un pasodoble y sin dejar atrás el que grita "¡Olé!" cuando se siente el arte, el miedo y la alegría entretenida en los tendidos de una plaza de toros.


Como aficionados, es fundamental entender que el arte del torero se manifiesta en un presente perpetuo, donde cada pase y cada emoción se entrelazan de manera irremediable. En la arena, el torero no solo ejecuta un movimiento; entrega su alma y su esencia, fusionando mente y cuerpo en una danza única con el toro. Este encuentro va más allá del simple acto físico, convirtiéndose en una representación de la vida misma, llena de riesgos, belleza y pasión.


El toreo es poesía en movimiento, un lenguaje que habla a quienes saben escuchar. Al igual que un pintor plasma su visión en un lienzo, el torero da forma a sus emociones a través de la verticalidad de su figura, el juego de sus brazos y la cadencia de sus pasos. Su arte evoca sentimientos profundos, desde el miedo hasta la alegría, y nos invita a compartir esta experiencia colectiva.



Cuando el público acompaña cada pase con un grito de “¡Olé!”, está reconociendo no solo la maestría del torero, sino también la conexión que se establece en ese instante efímero. Así, como aficionados, aprendamos a valorar el presente del toreo, donde cada corrida es una oportunidad para celebrar la vida, el arte y el espíritu humano en toda su complejidad.

JAR.



Esa cíclica y eterna sinrazón, en guardia contra esa ambigua depresión que tanto mal le ha hecho y tanto bien nos ha regalado, el de la Puebla ha dicho adiós. Sin avisar. Cumpliendo con el trágico final que todos sabíamos se acercaba. Pero sin adivinar nunca la magia que lo abrazaría, entre dolores de volteretones y caricias templadas de muleta que rompían a llorar tras una última magistral estocada que acabaría por cortar su coleta con la plaza de las Ventas como testigo de su ocaso. Manuel Fuentes Márquez.


Si es de tu agrado, déjame un comentario y compártelo. Gracias toroperu com.

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