Un torero que ha sentido y siente que su profesión es puramente vocacional, y le responde a un llamado interior y profundo, que proviene de lo más interno de su corazón; una llamada, que no puede ni quiere desatender. Es la razón por el cual un torero cualquiera no cambie por nada ni por nadie. Independientemente de los éxitos y fracasos de su trayectoria, los sueños, las realidades, las inquietudes que confluyen en un sentimiento íntimo que el torero tiene necesidad de trasmitir a través de un mensaje artístico, técnico, plástico o espiritual. Esa conjunción es lo que yo percibo en este joven novillero peruano Luis López López. Un torero que se ganó el cariño y ovación del respetable en su comparecencia en la novillada preferial del Señor de los Milagros el año pasado en Acho, y que ahora empieza este ciclo cargado de entusiasmo, pero con una ilusión grande de poder tomar la
alternativa. Tres años de novillero con caballos, infinidad de veces alternando con matadores en corridas mixtas por los pueblos del Perú profundo, hacen suficiente para que este novillero, nueva esperanza peruana, intente lucir el título de un nuevo matador de toros peruano, mientras tanto el torero cajamarquino seguirá dando de si en su cuarta etapa de novillero con picadores.
Edwin Ramírez Pinto
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