domingo, 22 de marzo de 2020

EL CREADOR DEL MONSTRUO.




   
 Por; Luis Muñoz Palomo

REFRÁN TAURINO.

El presidente en tronera y la mujer en barrera.






EL CREADOR DEL MONSTRUO.

Fue Ricardo K-Hito el que aseguró con plena admiración que Manolete ( Manuel Laureano
Rodríguez Sánchez ) era el torero que no sabía geografía, porque se arrimaba en todas cuantas plazas toreaba, para el, todas eran iguales.
En aquel día que vio la noble ancianidad de Angustias Sánchez, compendio de vida y muerte, de su mano él, su niño, su Manuel, nuestro Manuel, porque las gentes que no vimos a Manolete torear siempre hemos aplaudido entusiasmadas y emocionadas admirar su personalidad. Siempre fue el torero que en muy poco terreno conseguía una gran personalidad por si solo.
Era señor y torero en la plaza y en la calle. Su trato, su seriedad característica, Manolete era Cordoba, Manolete era España, compendio de todas las virtudes de la Piel de Toro.
Nació en un hogar modesto, nació para reinar y fue Rey del toreo. El más preciado de esa corona que ciñó en sus sienes. Dios se lo llevó a su Gloria en un pueblo Andaluz y minero, en un pueblo que lloró por su sangre derramada en una arena plomiza. Tarde de toros en Linares, tarde de toros y Gloria para el más grande de los toreros. Sonaron campanas de bronce y martillos de acero en Linares, Andaluz, minero y torero. GLORIA A MANOLETE.
UNA OBJECIÓN.



Se decía que el banderillero “ El Americano “ blasonaba constantemente de ser un furioso anticlerical, cuando en el fondo era todo lo contrario.
Pero lo cierto era que llevaba ya “ Molios “ a todos los compañeros de la cuadrilla con todo aquello de que él no creía en “ Na “ “ Na “ “ Na “ de las cosas De la Iglesia.
Hasta que un día yendo a torear a Palma de Mallorca se desencadenó en la travesía una tormenta que puso espanto en el ánimo del Americano, quien creía llegada su última hora.
De súbito cayó hinojos el “ Anticlerical,” y comenzó a aclamarse a Dios y a todos Los Santos.
¡ Dios mío ! Sácame de este apuro. ¡ Por mis hijos ! El banderillero Perdigón le atajó:
Oye. ¿ Por que no llamas ahora a Castelar y a Margall.








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